Gloria Lenhoff es el caso más representativo. Esta mujer no es capaz de hacer una resta simple o distinguir la derecha de la izquierda. Su cociente intelectual es de 55 y su cerebro es un 20% más pequeño que la media. Tampoco es capaz de leer un pentagrama ni entender las notas musicales... pero sin embargo la música fluye por su cerebro sin impedimento alguno. Tiene un diapasón perfecto, una voz alta de soprano y una memoria comparable a la de nuestro portátil, que le permite cantar 2.000 canciones en 25 idiomas. Se ha presentado a innumerables conciertos, con orquestas sinfónicas importantes. Actualmente acostumbra a viajar, regalando un poquito de su talento en los diferentes sitios a los que ella es invitada. Es una estrella en su mundo, con muchas cosas que enseñar, y un ejemplo que dejar.
La historia de esta mujer la podríamos resumir de la siguiente manera: pocos años después de su nacimiento, sus padres Howard y Sylvia Lenhoff, descubrieron que su pequeña tenía dificultades de aprendizaje para las matemáticas, además había tardado en aprender a caminar y a hablar como normalmente hacen los niños en su momento. Esto hizo que sus padres comenzaran a llevarla a médicos para identificar cuál era su problema, y aunque en un principio la declararon "retrasada mental", descubrieron que el estado de su condición era lo que se denominó "Síndrome de Williams", pero esto no sucedió hasta el año 1988.
Gloria no empezó a andar cuando debería haberlo hecho. Ni habló tampoco en su momento. En la escuela la pusieron en clases de educación especial. Pero los padres de Gloria descubrieron que su hija poseía otros dones que les harían diferente a los demás. Cuando tenía 12 años le regalaron un pequeño acordeón. Ella siempre había amado a la música, le encantaba cantar, y los Lenhoff pensaron que ella podría ser feliz también con su acordeón.
Luego de haberle regalado un acordeón en su intento de hacer que la pequeña se interesara en algo, comprendieron el ambiente en el que la niña podría expresarse y desarrollarse, debido a la destreza que tenía para crear melodías. Es así como Gloria Lenhoff a pesar de parecer incapaz de realizar una simple suma, muestra por otro lado su punto fuerte, su habilidad, lo que la hace realmente especial: su canto. Además de deleitar a más de uno con su voz, Gloria es capaz de tocar algunos instrumentos musicales, revelándose íntegra en el mundo al que pertenece, el mundo que la hace feliz: la música.
Los Lenhoff asistieron a muchas reuniones con diferentes personas que tenían el síndrome de Williams, esto ayudó a entender a Gloria y a sus padres que no era la única persona que padecía su condición, y que así como habían científicos expertos de las matemáticas ignorantes de la música, podían haber artistas expertos en música ignorantes de las matemáticas, que a pesar de sus debilidades como en el caso de Gloria, podrían compararse e igualarse con el mejor de los músicos. Con el apoyo de sus padres desde muy joven, la pequeña Lenhoff creció rodeada del mundo musical, desarrollando destrezas que muy pocos tienen.
La historia de este peculiar triunfo la cuenta su padre en el libro The (Strangest) Song.
Sin duda, una historia de superación personal muy especial. ¿No creéis?